Cuando nos referimos a cereales hay quienes piensan en los copos azucarados industriales. Estos, junto con los panes blancos industriales, la bollería, y las galletas entre otros, son productos de muy rápida absorción y cadena molecular corta, nada convenientes para el buen rendimiento de la glucosa y además de ser cereal refinado, provienen de trigo adulterado.
En cocina energética equilibramos la glucosa desde el desayuno, se trata de nuestro combustible y debemos atender a la manera en que nos la suministramos. Si no a media mañana habremos perdido la vitalidad.
La glucosa de alta calidad la encontramos en los cereales integrales en grano como el arroz, mijo, cebada, quinoa, espelta, amaranto, trigo sarraceno, avena y kamut. No se trata de copos inflados ni aplastados ni azucarados ni con fibra extra ya que los copos y las harinas procesadas crean mucosidad en el aparato respiratorio e intestino.
Los cereales integrales nos aportan vitalidad y energía, en lugar de picos glucémicos, y son de digestión ligera, lenta absorción y larga duración.
Con la toma de cereales integrales, las digestiones serán más rápidas y tus evacuaciones más completas y fluidas. La fibra de los cereales combate el estreñimiento y facilita la expulsión de las heces. Además, por su poder saciante y por favorecer la regularidad intestinal, promueven la pérdida de peso. En general, los cereales integrales tienen efecto saciante, ya que se hinchan con los líquidos del cuerpo y llenan más el estómago. Por otra parte, mantienen la alcalinidad de nuestro organismo, liberando la acidez, y también disminuyen la glucosa en la sangre, algo perfecto para los diabéticos.
En cocina detox energética se emplea mucho el arroz integral, gran fuente de manganeso, así como de selenio, fósforo, cobre y magnesio. Si observamos la anatomía del grano de arroz integral nos encontraremos primero con la cáscara o envoltorio. Este es el salvado y en él hay mucha fibra, antioxidantes, fitonutrientes, minerales como magnesio y zinc, y también vitaminas del grupo B. En el germen, tenemos más minerales y antioxidantes, más vitaminas del grupo B y también del grupo E, a la vez que enzimas, ácidos grasos y proteínas. Es el embrión del grano de donde nacerá la nueva planta. Estas dos partes fundamentales son retiradas en el proceso de refinamiento para obtener el arroz blanco.
En el endospermo, finalmente, encontramos principalmente hidratos de carbono, como el almidón, proteína y algo de vitamina B y minerales pero en bastante menor cantidad. El endospermo es la parte más abundante en un grano de cereal, es donde se constituye la reserva a partir de la cual se alimentará la nueva planta hasta que pueda alimentarse por sus propias raíces. De él se obtiene la harina blanca de arroz. Diferenciándolo del arroz blanco, en un grano de arroz integral encontramos casi el doble de fósforo, potasio y de vitaminas B, sobre todo de la B1, la cual necesitamos mucho cuando hemos tomado azúcar, como hemos comentado en otras ocasiones.
El arroz integral tiene un alto contenido en fibra que previene el cáncer de colon y ayuda mucho en las úlceras intestinales, así como estomacales, además es un gran aliado en casos de asma infantil, la cándida, y es el primer alimento perfecto para el bebé.
©Laura González es experta en medicina de extremo oriente y nutrición integrativa, certificada en evidencia científica sobre microbiota intestinal, ha trabajado durante años con procesos oncológicos en colaboración médica y ha sido la coordinadora de un departamento de coaching en cocina saludable en área clínica internacional donde fue elegida talento del año en 2017.
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