El ser humano es el único animal que continúa bebiendo leche en su edad adulta y, además, leche proveniente de otra especie, muy diferente a la humana, pues contiene altas dosis de proteína (caseína), tratándose de una leche que, en realidad, es para una cría de ternero que pesa casi 4 veces más que un ser humano, y es por esta razón que este calcio nos resulta difícil de asimilar, y contiene además solamente grasas saturadas mientras que la humana también tiene polisaturadas.
Por otra parte, con la pasteurización se desnaturaliza la leche, se eliminan enzimas y vitaminas pero se mantiene un anticuerpo bovino, aparente causante de los cólicos en los bebes, que desaparece tras dejar los lácteos. Su exceso de proteínas y de otros componentes supone a nuestro cuerpo la extracción de éstas a través de la piel y las mucosas (en las cuales esto se traduce, por un lado, en un cultivo de bacterias que causa alergias y enfermedades de garganta, nariz y oídos, como asma o sinusitis y, por otro lado, también impide a nuestro cuerpo la absorción de otros nutrientes deteriorando el sistema inmunitario.
En la leche de vaca se suelen encontrar hormonas y antibióticos altamente dañinos para nuestra salud. Además la proteína de la leche es la caseína, una proteína muy densa de difícil digestión y relacionada con enfermedades como el asma, Crohn, eccemas, acné, artritis, cáncer de mama y de próstata, así como problemas cardiológicos y migrañas, diabetes 1 y 2, autoinmunidad, retraso en el crecimiento, obesidad, hiperactividad, osteoporosis, y sobre todo cualquier condición energéticamente yin, como cándida por ejemplo.
Los lácteos crean, principalmente, mucosidades, alergias, bajan el sistema inmunológico y son muy inflamatorios. Cierto es, que tienen muchas propiedades que necesitamos pero dichas cualidades las encontramos en muchas otras fuentes.
En cuanto al calcio, el déficit que a menudo existe es un problema de pérdida y no de carencia. Un ejemplo de ello es que la osteoporosis, propiamente, es mayor en los países más consumidores de leche. Perdemos calcio al sobrecargar al organismo de tóxicos, sobre todo de los que acidifican, como el alcohol, tabaco, azúcar o café.
Los animales obtienen el calcio a través de hojas y materias vegetales. El déficit de calcio en humanos se corrige con magnesio, que favorece la absorción de vitamina D, indispensable para que el calcio atraviese la pared intestinal. No obstante, una persona que toma algas , semillas, verduras, legumbres, difícilmente tendrá déficit de calcio.
Además, las verduras favorecen la absorción del calcio dos veces más que la leche, y con la mitad de calorías. El brócoli, la col, la calabaza, el puerro, algas como el alga hiziki, la wakame, también el tofu y los garbanzos, pescados grasos, frutos secos como las almendras, y semillas como las de calabaza, y sobre todo las de sésamo y la chía... son alimentos altos en calcio.
El aporte de calcio de la espinaca tiene el inconveniente de que al tratarse de una verdura con alto contenido de oxalatos, la asimilación del calcio se complica. Lo mismo ocurre con las acelgas y el cacao, que dificultan la absorción, así como el alcohol, la cafeína, las solanáceas, los cítricos y vinagres, por su acidez, las grasas, el azúcar, y el hierro (hierro y calcio compiten en absorción, conviene no
mezclarlos). El exceso de proteína, así como de sodio, dificultan, del mismo modo, la absorción del calcio. Pero... una vez conocemos las principales fuentes y los principales enemigos... ¿te animarías a ver qué tal se siente por una vez tu cuerpo sin leche de vaca?
©Laura González es experta en medicina de extremo oriente y nutrición integrativa, certificada en evidencia científica sobre microbiota intestinal, ha trabajado durante años con procesos oncológicos en colaboración médica y ha sido la coordinadora de un departamento de coaching en cocina saludable en área clínica internacional donde fue elegida talento del año en 2017.
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